Viajar a un Volcán en Erupción.


¿Irías a un Volcán en erupción?

Si amas la fotografía de seguro que sí. Toma todas las precauciones. Después de todo una erupción se puede ver desde lejos. En este caso que voy a relatar se podía ver desde el mar.

Si te gusta la adrenalina esta puede ser la aventura de tu vida. No necesariamente es peligroso si tomas todas las precauciones y mantienes una distancia prudente. Yo he estado muy cerca de tres erupciones pero no siempre puedes ver el espectáculo, ya que las mismas condiciones climáticas pueden generar complicaciones.

Los tiempos geológicos son largos. Si sabes de una erupción toma en cuenta que esta puede durar 24 horas y mucho más. Acércate a un poblado cercano que no tengan riesgo para hacer tus mejores fotos!

El hongo de cenizas y material piroclástico es tan grande que incluso a 100 Km de distancia puedes ver una erupción sin problemas. No es necesario estar más cerca. La seguridad es lo primero.
(*Fotos realizadas con reflex digital D50).

¿Recuerdan la historia del Monte Vesubio en Italia?

Una experiencia similar se vivió en Chile en la localidad de Chaitén, al sur del País, cuando hizo erupción el volcán Chaitén después de dormir por 9000 años.  

El 2008 hubo una erupción gigantesca que borró un poblado en Chile. Se tuvo que evacuar al 100% de la población, para luego permitir a un puñado de ellos realizar un rescate de cosas personales. Se dispuso un barco para esa labor por parte del gobierno y me embarqué para hacer un registro fotográfico.  Nunca imaginé que al llegar al pueblo me sorprendería la segunda erupción del Volcán Chaitén.

Lo siguiente es la transcripción de mi Bitácora de viaje que llamo Vitócora. 

Bitácora de viaje a Chaitén 

Chaitén, 22 de julio de 2008

El Colono ha atracado a Puerto y se prepara para anclar.
Tuvimos que maniobrar después del desembarco para fondear el buque en muelle evitando los vientos que no cesaban de movernos.

En este momento me encuentro en “la suite del Armador” Amplio camarote equipado de dos literas y una cama de dos plazas que remata el fondo de la habitación revestida en una madera sintética y oscura, que quita luz pero da cierta elegancia al aposento.
Un sillón le da un toque clásico al camarote y solo eso separa la cama del escritorio.
Ahora después de almorzar con los oficiales y la dotación de carabineros del pueblo estoy presto a relatar el día, mientras miro por la ventana el desolado pueblo arrasado por un alud, que aún se aprecia claramente desembocando en el mar lleno de escombros entre el lodo de cenizas volcánicas.
Estamos a media milla de la desembocadura pero hasta el barco ya llegan algunas tablas que pertenecieron a alguna morada del lugar.

La mala fortuna nos acompaña. Una segunda erupción ha comenzado sin material piroclástico, solo nubes de cenizas. El volcán no se deja ver por las nubes y la ceniza. 
El embarcadero nos recibe con una lluvia de cenizas, sólo bastan 5 minutos para quedar empolvados por completo en cubierta. El aire es irrespirable. Bajé a la sala de máquinas para conseguir una mascarilla. No puedo exponer a esto la cámara por más de 30 segundos, por tanto hago una toma rápida. Después de algunas horas la ceniza se mezcla con lluvia, suave pero persistente. Voy a cambiarme de ropa.
*Aquí perdí el funcionamiento de un lente, producto de la ceniza que logró entrar entre los cilindros. 

La lluvia ha aumentado y resulta cada vez más difícil ver con claridad el poblado, o lo que queda de él, como para describirlo con palabra certera.
He tenido que apretar los cuatro seguros de bronce que fijan la ventana que frente a mí dibuja un rectángulo de cantos romos en vertical, ya comenzaba a filtrarse el agua-lluvia que golpea el cristal. La segunda ventana de la habitación es fija, por tanto no filtra. Una me deja ver el pueblo y la otra la desembocadura del rió Blanco, que ahora hace honor a su nombre tiñendo el mar de un hermoso calipso, producto de tanta ceniza que a arrastrado entre sus aguas.
El mar en toda la costa a tomado este hermosos tono que varía hacia un verde turquesa en otras zonas más mar adentro y que contrasta abruptamente con el azul profundo de estas aguas Chilotas. Ahora esta costa asemeja una playa de la Polinesia más que el “Mare Australis” señalado en las antiguas cartas de navegación de la zona.
En la zona de la desembocadura el panorama es siniestro, se aprecia un caos en la forma como sale al océano el río que antes fluía serpentina y armoniosamente, ahora tiene un cause recto y se desparrama por el pueblo antes de salir a mar. A simple vista se nota que algo no esta bien y al observar los detalles comienza a aparecer el desastre. Una figura puntiaguda es el techo de cinc de una casa que esta parcialmente enterrada y que flota entre el barro, los escombros y las cenizas, es impactante su posición ya que no se ha descuadrado pero se encuentra en un ángulo de 35 grados con su puerta de acceso mirando al cielo, agónica, como en espera de alguna ayuda.
...
El barco se sacude un segundo, parece que a las mil setecientas horas nos hemos empezado a desplazar. Probablemente comenzamos regreso para recoger a los lugareños que resignados recolectan sus enceres en el pueblo. Muchos de ellos ya no tienen vivienda, ni patio, ni cuadra, ni calle. Gran parte del pueblo ya desapareció. Y el clima no ayuda, menos el Chaitén que tan indiferente continúa su fumarola, mientras el cielo llora agua y ceniza.
Nada se escapa a esta mezcla mortal que en la mañana cambio el color de mi cámara de negra a plomo. La ceniza puede ser mortal ya que son partículas cristalizadas muy finas y llegan muy profundo en cada inspiración.
Me detengo un momento para salir a cubierta a hacer algunas tomas antes de movernos de este sector y alcanzar a utilizar lo poco que queda de luz natural. Solo un cuello de polar y mis anteojos me protegerán del veneno volcánico que flota en el viento de este lugar olvidado y sin Dios.

(De vuelta después de cenar)


Las fotografías carecen de luz pero hubo una puesta de sol en el horizonte a popa que por su belleza produjo un notable contraste entre el desastre que hay ante proa, Utilicé un zoom en la Nikon sólo para ver de más de cerca lo que espero ver mañana en terreno. El poblado arrasado.

Hoy procuré conocer un poco el barco de lo que puedo destacar con mucho gusto la sala de máquinas. Mi ropa esta impregnada del olor de los motores, ese olor sucio de petróleo quemado. Me recuerda, imposible que no, mi época de bombero rescatista, por el olor cuando se guardaban los carros en la bomba. Aquí el anhídrido carbónico me ha dejado un poco mareado pero fue una interesante inspección de la cual he aprendido algunas cosas bastante interesantes. En este momento el barco se mantiene consumiendo un 20% de lo que podría dar en su máxima capacidad de energía.

Sin duda es impresionante la autosuficiencia de las naves de alta mar de la envergadura del Colono, que con sus años a cuestas deja entrever sin velos su inmensa capacidad de la cual hizo gala en sus tiempos de gloria, con una tripulación de no menos de 6 personas sólo para el cuarto de máquinas. Una joyita para tiempos en que escasos barcos hacían ver poco peligrosas las aguas del sur.
Cruzando el Golfo “El Corcovado” sin temor, con turistas y tripulación completa, que contaban con lo mejor en comodidad en sus diferentes clases.
Con un hermoso Bar y restaurante de gran vista, Además en su planta baja equipado hasta con una Disco para diversión de sus pasajeros. Además con una inmensa planta para los autos y camiones de quienes viajan a los pueblos repartidos en estos hermosos parajes chilenos.
Latitudes de clima inquieto y maldadoso.
Ahora debo e intentaré comunicarme con el continente.
Stop.


Zona cero 



Hoy 23 de julio 
hemos ido a ver in situ los acontecimientos, que son impresionantes.
El río en una zona de 30 metros de ancho ahora tiene 300, ha llevado por delante todo a su paso, casas árboles, alumbrado publico etc.…
Las imágenes son desgarradoras,
Cuesta comentar esto, creo que con un par de fotos puedo decir mucho más de lo que pasó aquí que si escribiera diez hojas. Esto es sólo contemplación en resignación y silencio.
Tiempo, espacio, silencio. El alud arrancó árboles de diez metros, yacen ante mí, en este espectáculo quieto e inmóvil. Una diapositiva, un “frame” congelado, de una película de horror.
Ha parado de llover y en terreno, de pie sobre el desastre mismo se aprecia lo increíble.
Un árbol, un camión, ¡Una casa! Todo semienterrado y en una posición de movimiento congelado. Como una mano gigante que puso pause a la película de horror.
La ceniza ya empezó a petrificarse lo que nos permite caminar sobre ella y llegar a lugares donde antes fue imposible, la ceniza puede compactarse y quedar como cemento, por lo cual es cada vez más difícil remover estos escombros. Es cada vez más difícil recuperar este pueblo.
Debemos volver al barco, El marino que nos acompaña en uno de los pocos vehículos útiles que quedan me apura. Retornamos al embarcadero.
Voy a almorzar y salgo nuevamente, ahora hacia el aeropuerto a ver cómo quedó. O si es que quedó.

Después de Almuerzo.


Un marino nos llevará rápidamente a ver como quedó el Aeropuerto.
Esta con prisa, así que no termino de tomar mi café y Mar…!
En el muelle con marea alta resulta imposible bajar, un marino grita: “Por la “espia”! como los ratones! (llaman espia o algo así a la Cuerda que asegura el barco) ” -mejor conocida como maroma-. Estamos, el jefe de máquinas, un marino y yo en cubierta y comenzamos a ver como llegar a la “espia”, Pasamos por sobre la baranda, bajo nuestros pies está el mar, lleno de cenizas y muy helado, no llevamos chaleco, es una imprudencia, pero me hago responsable de lo que me pase. Aquí no se admite un resbalón y estoy muy consciente de ello.
Nos descolgamos de la baranda, luego pasamos al borde del carenado y cedemos los brazos lentamente hasta que la punta de nuestros pies toca la maroma o soga que sujeta el barco. Mis botines de montaña me dan seguridad, y la maroma está lo bastante rígida como para caminar, me encuentro en lo que llamaríamos un puente tibetano, se camina de costado sujetándote con las manos de otra cuerda a la altura de hombros cabeza y en este caso, el largo de mis brazos, luego salto a la parte superior de una pared de cemento del muelle y otro salto al muelle mismo. No es necesario caer y rodar, el muro tiene solo un metro cincuenta. Un marino se arrepiente y prefiere esperar a que el barco se dirija a buscar pasajeros y salir por la rampa.

Partimos sólo tres, el marino que conduce la camioneta doble cabina, Gaona, (jefe de maquinas) y yo. En la camioneta observo el rostro de Gaona, Va con entusiasmo y le servirá para olvidar un rato el trabajo. Miro por el ribete del cristal izquierdo de sus lentes, no se porque le tirita un ojo, yo creo que esta estresado. No sería raro, después de luchar con algunas cosas en la sala de máquinas y habituarse a la mano del cocinero de emergencia, que habla entre dientes señalando los atributos de su deliciosa comida. No es que sea mala, pero el desayuno de hoy no lo entendí. Si, así como suena, al menos yo y el capitán no lo entendimos. No era comprensible. Pero en fin, estoy cerca del fin del mundo junto a un volcán haciendo erupción. La comida es lo de menos para mi.

Aeródromo de Chaitén

Impactante, en el hangar se resguardan de la ceniza tres vehículos, uno bastante antiguo, una camioneta y otro auto. No han podido escapar de la subida del río. Están hasta la mitad de ceniza, arena y barro. La ubicación de las cámaras de la DGAC no las podemos detectar, sólo el mástil sobre la torre donde seguramente estaban. Las deben haber removido y desplazado a otro lugar.
La pista es hoy un poco de río que escurre sobre sedimento que tiene al menos 500 metros de ancho, y que es ceniza aun sin compactar llena de escombros. Esta pista se ve irrecuperable, limpiarla tomaría meses. Aunque la ceniza a futuro compacte es imposible aterrizar debido a los restos de ramas, troncos y lo disparejo de la nueva topografía. Lástima.
Apresurados volvemos al barco.
Maniobramos para subir la gente y sus pertenencias, nos desplazamos del muelle al embarcadero para transbordadores. Después de destrabar un ancla nos aproximamos a la costa donde nos espera un gentío y camiones.

El Colono abre su mandíbula superior (visera) para proceder a bajar la inferior (rampa) que hace las veces de puente, Cual fauces de un cetáceo gigante me hace sentir parado en la lengua de un cachalote gigante, a medida que baja el puente comenzamos con la tripulación a ver los rostros de la gente que se allega al embarcadero. Se encuentran más calmos y de buen ánimo, muy cansados producto del trabajo de limpiar sus viviendas y recolectar sus cosas. Otros más desafortunados se encontraron con la sorpresa que sus casas fueron robadas y dañadas, y otros desdichados no tienen nada que buscar, y digo nada.
Comienza el operativo, el clima nos acompaña, el mar calipso está calmo. Suben los camiones, suben los autos, gente con bolsas, sillas, colchones. Veo pasar un cuanto hay, un desfile de personas cansadas pero satisfechas. La carga rápida toma una hora y comienza a anochecer, en este momento aprovecho para fotografiar.
Salgo por la puerta de babor después de hacer una toma y dirijo la cámara a la puesta de sol, hermosa, sencilla, bella como el lugar, y me canta en despedida un Chucao.

Rápidamente el capitán va dando sus órdenes y en poco tiempo el “Colono” esta cargado a decir basta. En esta operación de rescate no queda rincón sin cosas ni gente.
Sus tres clases de asientos y camarotes, incluyendo cuartos de descanso están llenos.
Voy al puente de mando y las maniobras ya están por finalizar, soltamos “espias” y subimos anclas. Partimos.

 

 

24 de julio

Son las 2:40 am.

El Barco se estremece producto de una corrección de rumbo que lo hace vibrar ya que solo una hélice timonea el barco, así se procede en condiciones que navegamos con un rumbo directo en línea recta, denominado en el compás 3 5 0 rumbo norte con proa a Pto. Montt.
Acabo de tener cobertura telefónica y recibo unos mensajes que pronto cesan al perder cobertura nuevamente.
A cargo de la navegación entró en turno el segundo Piloto con otra persona, Angulo, como Timonel.
Ese debe ser el que se estaba saliendo de curso. O quizás Michillanca, quien como timonel es un gran cocinero.
Mientras no le demos a una isla estoy tranquilo.
En piyama, si es que a eso se le puede llamar a mis boxers y camiseta termino de escribir a altas horas de la madrugada para prepararme a descansar para acompañar al fondeo del barco como a eso de las seis a.m. El atraco a Puerto Montt y posterior descarga será a las ocho a.m. Se agradece mi compañía en el puente de mando ya que suele ser aburrido y a veces el piloto queda sólo.
La gente regresa feliz dentro de la desgracia ya que ha podido rescatar mucho gracias a la inmensa capacidad del “Colono”. Celebran entonando canciones costumbristas al son alguna guitarra y se acompañan de algún licor furtivo que a provenido de entre los restos rescatados.
Una señora me enseñó hace algunas horas una botella de tinto de más de tres cuartos cuya etiqueta no pude leer debido a que la ceniza no lo permitía. El destino del licor era para otro pasajero que le cuidó sus cosas en el barco mientras ella recogía otras en lo que queda del pueblo. Así es esta gente. Se ayuda mutuamente y es que en tales circunstancias no ha quedado más alternativa. En la soledad y la desesperación la solidaridad ha convocado a la unión y a beber un tinto en esta embarcación que vuelve sin novedad a puerto. Hasta el momento, aun no podemos decir misión cumplida. Eso me evoca un travieso personaje que de alguna forma viaja en esta habitación.
Por lo pronto dejo hasta aquí estos escritos para lo que espera mañana. No será una labor menor, ya nos informan por radio que otra nave, “La Pincoya” viene de apoyo. También Otra nave se a posado en puerto y complicará la maniobra de desembarco en Puerto Montt como si no fuera suficiente el temporal anunciado por radio.

Por mientras miro la luna que se refleja en el mar y me da un maravilloso espectáculo,
Aunque el viento a comenzado a roncar en mi ventana.
El vaivén me mecerá esta noche y espero me arrulle la luna menguante para dormir profundamente, cosa que aquí en el mar, pasando islas desertores se da con naturalidad y belleza. La paz esta en abundancia.
Voy a dar una vuelta al puente antes de dormir, el puente como siempre esta oscuro y silencioso, solo nos saludamos con los tripulantes, para saber quién es quien y dónde estamos dentro de esta gran habitación. A estribor unos reflejos me llaman.

Salgo sin mi traje de nieve, sólo pantalones tipo explorer y polar, cruzo la puerta de estribor para luego apoyarme en la baranda, y contemplar.

Se ven olas rompiendo, la quilla del “Colono” las corta suavemente, y emite un bello sonido, muy puro y claro, lejos del ruido de los motores en popa. La espuma es iluminada por la luna menguante, que lleva así cinco días ya. Me muestra las ondas del mar y las del cielo creadas por nubes caprichosas que de vez en cuando me bloquean la vista hacia el satélite natural. Ya me da un poco de frío, pero es una temperatura muy agradable para esta latitud y sobretodo en invierno. Me quedaría aquí toda la noche, la noche entera, con esta compañera. Mi cama es amplia pero solitaria. Aquí voy acompañado de todo. Las estrellas, el cielo, el mar, la luna, el aire puro, el sonido suave del surco en el agua y una paz que mece mi espíritu, capitán de mi mente pero no de mi cuerpo, debo entrar, mi cuerpo siente frío y me avisa que ya es suficiente, pero la brisa que acaricia mi rostro barbón y contemplativo me mantiene atrapado, y por sobretodo, la belleza de la noche en el mar austral.


LES COMPARTO UNA HERMOSA FOTO DE OTRA ERUPCIÓN QUE PUDE CONTEMPLAR DEL VOLCÁN LLAIMA. 

TOP TEN DE VOLCANES ACTIVOS 2020

Texto Transcrito de la agenda personal.






Comentarios

Entradas populares de este blog

Votar o Botar, e aquí el dilema.

La influencia Budista sobre el Cine.